lunes, 25 de enero de 2010

Medicos sin frontera en Haiti

Puerto Príncipe es, en estos momentos, incapaz de hacer frente a un desastre de esta magnitud". Es la conclusión de Hans van Dillen, coordinador de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Haití, tras haber vivido en primera persona las consecuencias del seísmo que asoló este martes el país caribeño.

La ONG estaba presente en el país con tres proyectos anteriores al terremoto, lo cual les ha ayudado a operar más deprisa. Sin embargo, la celeridad no es suficiente para paliar los estragos de tal catástrofe. "Hay unas necesidades enormes", explica Joan Tubau, director de operaciones de MSF en España.

Pese a que la ONG cuenta con 800 trabajadores en el país, el personal está desbordado. De los tres hospitales en que operaba MSF en Puerto Príncipe, dos han quedado inutilizados, y el otro padece graves deficiencias. Como medida de emergencia, personal y material médico han sido trasladados al exterior, donde operan como pueden. "Hay cientos de miles de heridos y no tenemos capacidad para atenderlos", declara Tubau, quien añade que MSF ha podido tratar tan sólo a un millar de ellos, la mayoría de los cuales con traumatismos y quemaduras.

Hay cientos de miles de heridos y no tenemos capacidad para atenderlos.

Eran 800 los trabajadores de la ONG presentes durante el seísmo, con algunos de los cuales aún no se ha podido establecer contacto. Los dos españoles, en cambio, sí que han sido localizados, están a salvo y ya han hablado con sus familiares. A estos ocho centenares se les sumarán otros 70 refuerzos, entre ellos varios nefrólogos para atender a las víctimas de aplastamiento.

Además, la ONG enviará 80 toneladas de material de ayuda, como 3.000 kits básicos para personas que se han quedado sin hogar (cientos de miles) y un hospital de campaña inflable con capacidad para 100 pacientes dotado de dos quirófanos. Eso sí, llegarán si las comunicaciones lo permiten.

Es precisamente el aislamiento en que se halla el país, debido a la destrucción de carreteras y redes varias de comunicación, el mayor inconveniente con que se encuentran los que quieren ayudar. Esto, sumado a la escasez de combustible, electricidad e incluso agua, hacen que Haití, un país ya azotado por una escasez endémica, sea un auténtico "caos".

"La gente se ha concentrado en las calles, alrededor de hogueras", explica Stefano Zannini, trabajador de MSF en Haití, que añade: "Buscan consuelo unos con otros. Hemos visto mucha solidaridad en las calles". Consuelo y solidaridad, tal vez lo último que le queda a una ciudad que lo ha perdido todo.

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