viernes, 8 de mayo de 2009

¿Descristanizacion o Deshumanizacion?

Hasta hace poco no nos habiamos fijado ni dado cuenta de algo que ,hoy dia, es una gran alarma social. Hemos descubierto que entre la juventud española hay un crónico analfabetavismo relioso propiciado por el propio sistema educativo.
Hay muchos ejemplos en los que podemos ver que la religion es necesaria para enter y comprender aspectos de otras materias de la cultura. Por ejemplo, si los jovenes de hoy en dia no conocen la historia de Adán y Eva no entenderan ni comprenderan la grandeza de "La Creación" pintada por Miguel Ángel en La Capilla Sixtina; si no les han contado la Historia Sagrada no hay maera de comprender las formas que llevan las catedrales medievales.

Estos son algunos ejemplos donde se puede ver que la historia de la religion no quiere decir que halla una creencia o la obligacion de creer, sino que es necesaria para comprender la historia de una ciudad, un pais...La pintura de antiguos maestros de la pintura, la escultura, la música o la literatura.

En el caso de la historia de España, esta esta impregnada de valores judeocristianos transmitidos a través del arte, de la literatura y la filosofia, la arquitectura de monumentos historicos, la historia de este pais.

La religión ha promocionado valores y los ha negado. La tolerancia, por ejemplo, hubo que conquistarla combatiendo pretensiones teocráticas, pero hasta en sus críticos hay huellas de la tradición religiosa. El mismo Voltaire, que afirmaba, con razón, que "la paz llegó a Europa cuando los estados dejaron de hacer teología", sintió la necesidad de escribir La Plegaria a Dios para recordar a sus contemporáneos que "los hombres son hermanos". Así de compleja ha sido la historia. La Revolución Francesa, que saqueó iglesias y conventos en nombre de la igualdad, libertad y fraternidad, sabía que esos principios no los había inventado ella, sino tomados de una tradición anterior profundamente marcada por el cristianismo. Esta situación de ignorancia religiosa ha sido el resultado de dos causas mayores.
En primer lugar, la persistencia de un laicismo más propio del siglo XIX que del siglo XXI. Se entiende que el socialismo, nacido en un contexto político reaccionario, tuviera que hacer gala de un beligerante anticlericalismo para defender sus valores emancipatorios. Pero se engaña si piensa que la justicia social puede sostenerse a largo plazo sin un cultivo social de la virtud cardinal de la justicia, como dice ahora el filósofo alemán Jürgen Habermas. En una de sus últimas entrevistas, Ramón Rubial, un hombre íntegro que fue largo tiempo presidente del PSOE, decía que dos principios habían guiado su vida: la lucha por la justicia social y no pisar una iglesia. Lo que no sabía quizá es que el concepto de "justicia social" no viene del marxismo, sino de la doctrina social de la Iglesia, de esa Iglesia que él nunca había pisado. Claro que las cosas han cambiado en el socialismo: se reconoce el lugar de la religión en la sociedad, se financian sus centros escolares con dinero público, se restauran sus monumentos y se atiende a sus necesidades básicas a través de los presupuestos del Estado. Pero late la sospecha de que nada se espera de la religión. Se la respeta por su fuerza social, sin que esa izquierda política vea en ella contribución positiva de cara a una sociedad más justa o más libre. El socialismo recela de la Iglesia de la misma manera que la Iglesia, del socialismo.

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